Por:
Guillermo Marín *
ASI-OAXACA
Los
millones de personas que viven en lo que hoy se conoce como “México”, en
general, tienen una noción muy vaga y pobre, o muchas veces nula de sus
orígenes y evolución como pueblo, culturas y civilización.
Este
fenómeno es sumamente grave y perjudicial para conformar lo que es la Identidad Cultural,
la Identidad
Nacional y la conciencia de la Nación. Así como es el
principal elemento que permite la injusticia, la enajenación y la explotación.
Esta falta de consciencia ha sido producida a propósito como parte de la
colonización, primero de los españoles (1521-1821) y después de los criollos
(1821-2011).
Mantener
a una persona, una familia o a un pueblo ignorante de sí mismo, es mantenerlo
en la indefensión absoluta, en la inseguridad y temor permanente, en la auto
anulación y desprecio de lo que se es, contra lo que se le ha impuesto ser. Al
no saber quién es, cuáles son sus orígenes, su historia, su legado, su nombre,
sus valores y principios, se le condena a perpetuidad a vivir en un estado
amnésico, a ser “un extranjero ignorante en su propia tierra”, permanentemente
exaltando lo ajeno y rabiosamente despreciando lo propio. Conocedor de Europa e
ignorante del Anáhuac.
Un
ignorante que se menosprecia y se desprecia. Inseguro y violento, blofero y
acomplejado, irascible y nervioso, débil y despiadado, el mexicano
“ideológicamente criollo” es un ser humano incompleto. Desde hace cinco siglos
le hace falta “su otra parte”. La negada, la desconocida, la despreciada. Vive
como bastardo en la cultura del “Padre” (Occidente) y vive como “hijo de la
chingada” despreciado la cultura Madre (Anáhuac).
Son
así todos los mexicanos, por supuesto que no. Existen muchos “Méxicos”
diferentes y muchos estereotipos de “mexicanos”. Pero generalizando para
acercarnos a éste misterio diremos que existe un “México profundo” de estirpe
anahuaca (del que nos habla Bonfil Batalla), que no tiene dudas de su
identidad. Y un “México imaginario” de estirpe europea, que también, no tiene dudas
de su identidad. Pero existe un “tercer México”, el que está entre “el azul y
las buenas noches”, del de “sí, pero no”. Me refiero a la inmensa masa de
mestizos desculturizados. Esos que no son urbanos ni campesinos. Los que no han
llegado a apropiarse de la cultura ajena y han perdido la propia. Los mexicanos
que transitan torpemente a tropezones y caídas en “el laberinto de la
desolación”.
Los
que son del “México imaginario” y poseen el poder, el dinero, los medios y la
cultura dominante, no tienen problemas de identidad, porque su “abuelito era
español” y se sienten cimentados culturalmente por “la Madre Patria”
(Europa). Para ellos, México inicia en 1821 con la Independencia; la Colonia, la conquista y la
época “prehispánica” (siete mil ochocientos años desde la invención de la
agricultura hasta 1821), son intrascendentes antecedentes de “su país” (de
menos de 200 años). Para ellos, México es producto del “encuentro de dos
culturas” y gracias a la llegada de sus “antepasados” europeos, “las tribus”
encabezadas por el “poderoso Imperio Azteca”, dejaron de hacer sacrificios
humanos, guerras y adoraciones idolátricas. Aceptan el mestizaje, pero
inconscientemente su “mezcla es mucho más europea”.
Los
mexicanos del “México profundo”, los llamados “indios o indígenas”, en muchos
de los casos no se sienten “mexicanos”. Ellos se identifican a sí mismos como
mayas, zapotecos, mixtecos, purépechas, etc. Ellos poseen “el costumbre”, que
por cierto, cada día es más difícil de seguir debido a la pobreza, la migración
y la intensa desculturización que ejerce sobre ellos las clases dominantes a
través de la multimedia. Actualmente están siendo asediados por las empresas
trasnacionales y las corruptas y traidoras autoridades gubernamentales de los
tres niveles, que los quieren despojar de sus recursos naturales y el medio más
eficaz es la destrucción de sus culturas ancestrales que son comunitarias y
sustentadas en la democracia participativa, es decir, “La Asamblea” y su sistema de
organización conocido como “los usos y costumbres”, es decir, que la autoridad
“manda obedeciendo” al pueblo.
En
tercer lugar tenemos a la inmensa masa de mestizos desculturizados. Los hijos
del “canal de las barras y las estrellas”, los “modernos”, los sumisos
consumidores de productos chatarra, las legiones de desempleados y
subempleados, la carne de cañón del sistema neocolonial. Los que están huyendo
de la cultura Madre y nunca pueden alcanzar el estatus, -aunque sea-, de
“gringo de tercera”. Los que se aplican cremas blanqueadoras y tintes de
cabello para verse “blancos y rubios” y le ponen nombres en inglés a sus hijos.
Los analfabetos funcionales, los “licenciados” sin título, los consumidores a
crédito, los fanáticos del deporte comercial, los fans de las estrellas de la
farándula, los patrioteros. Como gritaron “las ladies de Polanco”, desde lo más
profundo de su racismo y desprecio colonial… ¡los asalariados de mierda!
Este
país que llamamos equivocadamente México, porque no todos somos mexicas. Este
país que desconoce ser una de las seis civilizaciones más antiguas del planeta.
Este país que durante tres siglos quiso ser más español que España, y después
más francés que Francia y ahora más gringo que Estados Unidos. Este país que
desconoce los más grandes logros civilizatorios de sus antepasados y desprecia
la raíz cultural de su identidad más profunda. Este país que desde 1521, el
poder, las instituciones, las autoridades y las leyes no le pertenecen al
pueblo y están en manos de corsarios, que llegan a apoderarse ilegalmente del
gobierno para robar, explotar y depredar al pueblo y sus recursos naturales.
Desde Cortés hasta Calderón. Este país que jamás ha sido nuestro.
Este
país, que con su gente y sus recursos naturales, está ofrecido permanentemente
al mejor postor. Este país de gente despreciada y maltratada a lo largo de
cinco siglos. Este país de feroces colonizados-colonizadores. Despiadados con
el hermano y sumisos ante el extranjero.
Este
país se tiene que encontrar a sí mismo. Este país tiene que buscar el espejo humeante
de Tezcatlipoca para reconocer su auténtico rostro y su corazón verdadero. Este
país tiene que librar una guerra interior para desprender al “Hernán Cortés”,
que en cada “mexicano”, se ha ido filtrado en lo profundo de su corazón, y que
con “un poquito de poder” brota violento y resentido contra el hermano más
débil o indefenso para vengar las afrentas sufridas durante cinco siglos de
dolor e injusticia.
La Batalla Florida de los herederos
culturales de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas, debe ser
contra LA IGNORANCIA DE
NOSOTROS MISMOS. Tenemos que recuperar la memoria y con ello nuestro genuino
rostro y nuestro corazón verdadero. Tenemos que vencer la amnesia en que hemos
sido sometidos. Necesitamos saber, -con urgencia-, quiénes en verdad hemos
sido, para saber quiénes somos. Qué fue lo que verdaderamente fuimos capaces de
hacer, para saber qué debemos hacer. Cuál es nuestra verdadera herencia
cultural y cuál nuestro legado, para preservarlo y desarrollarlo. Tenemos que
recuperar nuestro pasado, para poder tener futuro “propio nuestro”.
Todos
debemos luchar en el fondo de nuestro corazón por liberarnos de la ignorancia.
Los anahuacas mayas, los anahuacas zapotecos, los anahuacas mixtecos, los
anahuacas nahuas y todos los anahuacas de los pueblos originarios, junto con
todos los anahuacas mestizos y los euroanahuacas. Todos los que aman la vida y
respetan a la naturaleza. Toda la gente que quiere crear una sociedad más justa
y humana. Todos los que quieren acabar una sociedad colonial de vencedores y
vencidos. Todos los que están dispuestos a trabajar, luchar y sacrificarse por
crear un futuro mejor para las nuevas generaciones. Todos los que aman a esta
Tierra y su milenaria civilización.
* Antropólogo E historiador