El epigrafista Carlos Pallán sostiene que la civilización en ningún texto dejó escrito que en 2012 sería el fin del mundo
Diversos sectores de la población mundial especulan acerca de la fecha con carácter esotérico
México, 6 de julio.- Los antiguos mayas “en ningún texto dejaron escrito que en 2012 sería el fin del mundo, porque incluso manejaron fechas posteriores a ese año”, sostuvo el epigrafista Carlos Pallán Gayol, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Lo anterior lo dijo Pallán ante la proximidad del año 2012, fecha alrededor de la cual diversos sectores de la población mundial especulan acerca de una “transformación profunda” de la humanidad, e inclusive sobre su fin.
De acuerdo con el director del Acervo Jeroglífico e Iconográfico Maya (Ajimaya) del INAH, tal creencia es moderna y su origen puede rastrearse a la década de los 70 del siglo XX, con las primeras publicaciones de carácter esotérico en las que se “pronostica” el término de la civilización humana.
Ello coincide con el décimo tercer ciclo B’ak’tun en la cuenta larga del calendario maya, que correspondería al 21 de diciembre de 2012.
De los aproximadamente 15 mil textos glíficos registrados hasta ahora y que han sido localizados a lo largo del tiempo en distintos sitios del área maya, únicamente en dos inscripciones existe la mención del año 2012, puntualizó el también arqueólogo, quien imparte el curso sobre “Mitología y Religión Maya del Periodo Clásico”, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Conforme la correlación GMT + 2 (Goodman-Martínez-Thompson, más dos días) que utilizan los epigrafistas para convertir las fechas mayas al calendario gregoriano, la fecha exacta sería el 23 de diciembre de 2012 y no el día 21.
Ésta se halla registrada en el Monumento 6 de Tortuguero y en un fragmento encontrado en Comalcalco, ambas zonas arqueológicas de Tabasco y relativamente cercanas entre sí.
Para Pallán es importante contextualizar estos testimonios arqueológicos. De esa manera, “en la inscripción de Tortuguero se alude a una fecha contemporánea a quienes hicieron el monumento en el siglo VII d.C., y de repente, en el texto jeroglífico, se emplea lo que se llama un número de distancia que nos lleva 13 siglos adelante, al 21 de diciembre de 2012.
“Ahora, ¿qué nos dice el Monumento 6 que va a ocurrir en esa fecha?, lo que nos dicen explícitamente es que va a concluir un periodo. Los mayas siempre celebraban los finales de periodo como hoy en día festejamos los aniversarios: los lustros, las décadas, el centenario o el bicentenario de un hecho histórico, pero eso no quiere decir que se vaya a acabar el mundo”, expresó Pallán.
A diferencia de las sociedades modernas -comentó Pallán, investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH-, para los antiguos mayas el tiempo no era algo abstracto, estaba conformado por ciclos y éstos a veces eran tan concretos que tenían nombre y se podían personificar mediante retratos de seres animados, por ejemplo, el ciclo de 400 años estaba representado como un ave mitológica.
Más que una obsesión por el tiempo, los mayas se preocupaban por efectuar rituales que de algún modo garantizaran que el ciclo por venir sería propicio. “Para el caso particular de la mención de 2012, sí se nota cierta insistencia en que aún en fecha tan distante se va a conmemorar un determinado ciclo calendárico. Éste ha sido el meollo de la confusión.
“Algunas veces se han dicho cosas tan absurdas como que los antiguos mayas no conocían más allá de este ciclo o que una vez llegado este periodo el tiempo se acabaría. Ellos (los mayas) usaban ciclos gigantescos, inclusive de miles de millones de años por medio del sistema de la cuenta larga y que también era común para otras culturas de Mesoamérica como la istmeña o mixe-zoque”, precisó.
“Lo esencial es que los mayas jamás mencionan que se vaya a acabar el mundo, ni el tiempo”, subrayó.
Abundó que en este mismo sentido, el pasaje concreto del Monumento 6 de Tortuguero es muy breve y simplemente dice que una vez que se cumpla el décimotercero B’ak’tun, el 23 de diciembre de 2012, descenderá del cielo Bolon Yokte’ K’u, es decir, el dios —o dioses— de los Nueve Pilares”.
Lo anterior, señaló, “no debe interpretarse como un evento catastrófico, pues los mayas manejaron fechas posteriores a 2012. Incluso en el Templo de las Inscripciones de Palenque se mencionan fechas que ocurren más de dos mil años después, es decir, en 4772.
"Ellos (los mayas) jamás pensaron que el tiempo terminaría en nuestra época, lo que nos refleja la conciencia que alcanzaron sobre el tiempo, a partir del desarrollo matemático y de la escritura”, añadió.
“Al saber esto, algunas personas se decepcionan porque suponían que los antiguos mayas nos habrían dejado mayores datos para interpretar nuestra actualidad, pero en general eran muy concisos, incluso para referirse a eventos de su tiempo”, adujo.
Uno de los intereses de los mayas era legitimar su poder mediante calendarios, y vinculaban a quienes gobernaban con algo más grande, ya fuera con dioses que habían nacido años atrás o bien con complejas narrativas míticas. (Con información de Notimex/GCE)
Diversos sectores de la población mundial especulan acerca de la fecha con carácter esotérico
México, 6 de julio.- Los antiguos mayas “en ningún texto dejaron escrito que en 2012 sería el fin del mundo, porque incluso manejaron fechas posteriores a ese año”, sostuvo el epigrafista Carlos Pallán Gayol, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Lo anterior lo dijo Pallán ante la proximidad del año 2012, fecha alrededor de la cual diversos sectores de la población mundial especulan acerca de una “transformación profunda” de la humanidad, e inclusive sobre su fin.
De acuerdo con el director del Acervo Jeroglífico e Iconográfico Maya (Ajimaya) del INAH, tal creencia es moderna y su origen puede rastrearse a la década de los 70 del siglo XX, con las primeras publicaciones de carácter esotérico en las que se “pronostica” el término de la civilización humana.
Ello coincide con el décimo tercer ciclo B’ak’tun en la cuenta larga del calendario maya, que correspondería al 21 de diciembre de 2012.
De los aproximadamente 15 mil textos glíficos registrados hasta ahora y que han sido localizados a lo largo del tiempo en distintos sitios del área maya, únicamente en dos inscripciones existe la mención del año 2012, puntualizó el también arqueólogo, quien imparte el curso sobre “Mitología y Religión Maya del Periodo Clásico”, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Conforme la correlación GMT + 2 (Goodman-Martínez-Thompson, más dos días) que utilizan los epigrafistas para convertir las fechas mayas al calendario gregoriano, la fecha exacta sería el 23 de diciembre de 2012 y no el día 21.
Ésta se halla registrada en el Monumento 6 de Tortuguero y en un fragmento encontrado en Comalcalco, ambas zonas arqueológicas de Tabasco y relativamente cercanas entre sí.
Para Pallán es importante contextualizar estos testimonios arqueológicos. De esa manera, “en la inscripción de Tortuguero se alude a una fecha contemporánea a quienes hicieron el monumento en el siglo VII d.C., y de repente, en el texto jeroglífico, se emplea lo que se llama un número de distancia que nos lleva 13 siglos adelante, al 21 de diciembre de 2012.
“Ahora, ¿qué nos dice el Monumento 6 que va a ocurrir en esa fecha?, lo que nos dicen explícitamente es que va a concluir un periodo. Los mayas siempre celebraban los finales de periodo como hoy en día festejamos los aniversarios: los lustros, las décadas, el centenario o el bicentenario de un hecho histórico, pero eso no quiere decir que se vaya a acabar el mundo”, expresó Pallán.
A diferencia de las sociedades modernas -comentó Pallán, investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH-, para los antiguos mayas el tiempo no era algo abstracto, estaba conformado por ciclos y éstos a veces eran tan concretos que tenían nombre y se podían personificar mediante retratos de seres animados, por ejemplo, el ciclo de 400 años estaba representado como un ave mitológica.
Más que una obsesión por el tiempo, los mayas se preocupaban por efectuar rituales que de algún modo garantizaran que el ciclo por venir sería propicio. “Para el caso particular de la mención de 2012, sí se nota cierta insistencia en que aún en fecha tan distante se va a conmemorar un determinado ciclo calendárico. Éste ha sido el meollo de la confusión.
“Algunas veces se han dicho cosas tan absurdas como que los antiguos mayas no conocían más allá de este ciclo o que una vez llegado este periodo el tiempo se acabaría. Ellos (los mayas) usaban ciclos gigantescos, inclusive de miles de millones de años por medio del sistema de la cuenta larga y que también era común para otras culturas de Mesoamérica como la istmeña o mixe-zoque”, precisó.
“Lo esencial es que los mayas jamás mencionan que se vaya a acabar el mundo, ni el tiempo”, subrayó.
Abundó que en este mismo sentido, el pasaje concreto del Monumento 6 de Tortuguero es muy breve y simplemente dice que una vez que se cumpla el décimotercero B’ak’tun, el 23 de diciembre de 2012, descenderá del cielo Bolon Yokte’ K’u, es decir, el dios —o dioses— de los Nueve Pilares”.
Lo anterior, señaló, “no debe interpretarse como un evento catastrófico, pues los mayas manejaron fechas posteriores a 2012. Incluso en el Templo de las Inscripciones de Palenque se mencionan fechas que ocurren más de dos mil años después, es decir, en 4772.
"Ellos (los mayas) jamás pensaron que el tiempo terminaría en nuestra época, lo que nos refleja la conciencia que alcanzaron sobre el tiempo, a partir del desarrollo matemático y de la escritura”, añadió.
“Al saber esto, algunas personas se decepcionan porque suponían que los antiguos mayas nos habrían dejado mayores datos para interpretar nuestra actualidad, pero en general eran muy concisos, incluso para referirse a eventos de su tiempo”, adujo.
Uno de los intereses de los mayas era legitimar su poder mediante calendarios, y vinculaban a quienes gobernaban con algo más grande, ya fuera con dioses que habían nacido años atrás o bien con complejas narrativas míticas. (Con información de Notimex/GCE)
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