Por: Guillermo Marín
ASI-OAXACA
Gracias a “la modernidad”, que nos es más que: “el libre mercado, las sociedades anónimas, las corporaciones trasnacionales, la tecnología, la publicidad, al consumismo, el individualismo, a la cultura desechable y chatarra”, somos una sociedad vacía y desolada.
Sin los valores humanos perennes, todo se vuelve una “mercancía”. Todo es rentable, negociable y vendible. Las personas y familias ya no tienen un “proyecto de vida” sustentado en la virtud, la bondad, la justicia. Actitudes milenarias que tuvieron todos los pueblos del mundo hasta “la Revolución Industrial” y la expansión del pensamiento judeo-anglosajón por medio de cañones y bayonetas por todo el planeta.
El mundo se empezó a “modernizar” con la creación del proyecto estratégico de dominación llamado Estado Unidos de Norteamérica. Con este proyecto nació (en la practica) el concepto de “país”, democracia, partidos políticos, iniciativa privada, derechos individuales, productos desechables, chatarra y consumismo, “mundo libre de tradiciones y costumbres”. La nueva forma de organización social se sustenta en el supuesto que la trascendencia y felicidad de seres humanos y sociedad, radica en la producción y consumo, en acumular la riqueza por la riqueza misma. Que la vida humana y la organización social encuentran su “realización plena” en el mundo material, la riqueza y el consumo. La “Libertad” como imperativo para que el dinero, el comercio, la banca y el sistema financiero actúen impunemente contra todo lo milenariamente establecido hasta llegar al libertinaje financiero, pasando por encima de los seres humanos, las familias, los pueblos, las naciones y el planeta mismo.
Los pueblos, antes imperios, reinos, federaciones, sultanatos, gracias a la modernidad se convirtieron en “países democráticos”, en donde el Mercado de las pautas y los lineamientos para encontrar “el progreso y el bienestar”. El dinero, el comercio, la mega producción y el consumo de todo, se ha convertido en el objetivo de los países, las empresas, las familias y las personas.
Todo se ha mercantilizado, todo: La agricultura, desde los monocultivos industrializados hasta el acaparamiento en un mercado global. La alimentación, desde la siembra y producción hasta el procesamiento y comercialización. La salud, desde la producción de los medicamentos hasta los servicios clínicos y hospitalarios. La educación, desde la construcción de edificios, producción de libros y material escolar, la alimentación que se da en las escuelas, hasta su privatización. La organización social a través de: los partidos políticos, las cámaras de comercio, las cámaras de la industria. El deporte, desde el amateur hasta el profesional, El esparcimiento y el entretenimiento. El arte. Las iglesias. Los servicios públicos. Todo es un medio para hacer dinero. El objetivo ya no es solucionar una necesidad a través de un producto o servicio, sino hacer negocio por el negocio, aunque sea creando nuevas necesidades superfluas.
La Modernidad no es más que la destrucción de las milenarias formas de vivir de los pueblos, cimentadas en proyectos de carácter espiritual y con una visión humanista del mundo y la vida. Civilizaciones como la egipcia, mesopotámica, china o anahuaca, duraron decenas de siglos y en algunos casos milenios en su “ruta de desarrollo humano” trabajando y exaltando los valores perennes. La Modernidad, no lleva ni tres siglos y esta llevando a la destrucción planetaria a todas las formas de vida, comenzando con la humana.
La Modernidad representa la depredación del planeta, la explotación y embrutecimiento de los seres humanos…todo, por hacer dinero para un puñado de personas y corporaciones que han hecho del planeta y de los pueblos del mundo, su campo de experimentación. La Modernidad se basa en la injusticia y en la irracionalidad, en donde un puñado de seres humanos posee casi toda la riqueza planetaria y una gran mayoría de seres humanos sobreviven en la miseria. En donde una quinta parte de los habitantes del planeta viven en la opulencia y el despilfarro, y cuatro quintas partes carecen de lo mínimo necesario. Y paradójicamente esa quinta parte de humanos, viven “individualizados” en la desolación y en el vacío.
Los seres humanos estamos solos y desprotegidos. La Modernidad representada por “Los Mercaderes”, se ha apropiado de los gobiernos de los países poderosos y en general, de todos los gobiernos del mundo. La Modernidad y los Mercaderes a través del dinero y sus poderosas presiones, hace que los gobiernos y los políticos hagan lo que conviene a sus intereses. El interés privado esta por encisma del interés público y el bien común de la humanidad.
De esta manera, los seres humanos atrapados en la Modernidad, luchan por sobre vivir en un ambiente hostil y agresivo. Ya no tienen en sus manos la posibilidad de trabajar, por ellos mismos, para lograr el sustento. Los Mercaderes y la Modernidad, les han quitado el trabajo y ahora ellos son los únicos que pueden, gracias a sus capitales y tecnologías, crear las “fuentes de empleo”.
Los Mercaderes y la Modernidad a través de la tecnología no han suplantado la mano de obra, solo la han hecho prescindible. Le han expropiado al trabajador los conocimientos y lo han convertido en una máquina humana, barata y reemplazable. Es más que ostensible que, para los mercaderes y el Mercado, el generar pobreza es un buen negocio.
Los Mercaderes y la Modernidad han hecho de los seres humanos, zombis sin pensamientos, sentimientos, ideales, creencias y convicciones. La vida del ser humano y su familia “moderna” es por tanto, vacía y desolada. No tiene la fortaleza de una visión sagrada del mundo y de la divinidad de la vida. No existe para ellos una conciencia superior, una realidad ulterior. Solo tienen el “aquí y el ahora”. Entendiendo por esto: el desempleo, la miseria, la desolación y el vacío: en síntesis, la frustración.
Por el contrario. El ser humano: “tradicional y primitivo”, tiene todo…porque no tiene nada. Posee la fuerza del Espíritu y la certeza milenaria de que la trascendencia de la vida material se encuentra en el plano del desarrollo espiritual.
Los pueblos primitivos que viven en el Espíritu, nada les pueden quitar. Saben que nada del mundo material les pertenece y que nada se pueden llevar, que la vida es muy corta y que no se pueden aferrar a nada. Absolutamente a nada material. Por el contrario, las sociedades “Modernas” viven atrapadas en el mundo material y de ahí deviene su miseria y con ello se entiende la desolación y el vacío en el que viven.
Sin los valores humanos perennes, todo se vuelve una “mercancía”. Todo es rentable, negociable y vendible. Las personas y familias ya no tienen un “proyecto de vida” sustentado en la virtud, la bondad, la justicia. Actitudes milenarias que tuvieron todos los pueblos del mundo hasta “la Revolución Industrial” y la expansión del pensamiento judeo-anglosajón por medio de cañones y bayonetas por todo el planeta.
El mundo se empezó a “modernizar” con la creación del proyecto estratégico de dominación llamado Estado Unidos de Norteamérica. Con este proyecto nació (en la practica) el concepto de “país”, democracia, partidos políticos, iniciativa privada, derechos individuales, productos desechables, chatarra y consumismo, “mundo libre de tradiciones y costumbres”. La nueva forma de organización social se sustenta en el supuesto que la trascendencia y felicidad de seres humanos y sociedad, radica en la producción y consumo, en acumular la riqueza por la riqueza misma. Que la vida humana y la organización social encuentran su “realización plena” en el mundo material, la riqueza y el consumo. La “Libertad” como imperativo para que el dinero, el comercio, la banca y el sistema financiero actúen impunemente contra todo lo milenariamente establecido hasta llegar al libertinaje financiero, pasando por encima de los seres humanos, las familias, los pueblos, las naciones y el planeta mismo.
Los pueblos, antes imperios, reinos, federaciones, sultanatos, gracias a la modernidad se convirtieron en “países democráticos”, en donde el Mercado de las pautas y los lineamientos para encontrar “el progreso y el bienestar”. El dinero, el comercio, la mega producción y el consumo de todo, se ha convertido en el objetivo de los países, las empresas, las familias y las personas.
Todo se ha mercantilizado, todo: La agricultura, desde los monocultivos industrializados hasta el acaparamiento en un mercado global. La alimentación, desde la siembra y producción hasta el procesamiento y comercialización. La salud, desde la producción de los medicamentos hasta los servicios clínicos y hospitalarios. La educación, desde la construcción de edificios, producción de libros y material escolar, la alimentación que se da en las escuelas, hasta su privatización. La organización social a través de: los partidos políticos, las cámaras de comercio, las cámaras de la industria. El deporte, desde el amateur hasta el profesional, El esparcimiento y el entretenimiento. El arte. Las iglesias. Los servicios públicos. Todo es un medio para hacer dinero. El objetivo ya no es solucionar una necesidad a través de un producto o servicio, sino hacer negocio por el negocio, aunque sea creando nuevas necesidades superfluas.
La Modernidad no es más que la destrucción de las milenarias formas de vivir de los pueblos, cimentadas en proyectos de carácter espiritual y con una visión humanista del mundo y la vida. Civilizaciones como la egipcia, mesopotámica, china o anahuaca, duraron decenas de siglos y en algunos casos milenios en su “ruta de desarrollo humano” trabajando y exaltando los valores perennes. La Modernidad, no lleva ni tres siglos y esta llevando a la destrucción planetaria a todas las formas de vida, comenzando con la humana.
La Modernidad representa la depredación del planeta, la explotación y embrutecimiento de los seres humanos…todo, por hacer dinero para un puñado de personas y corporaciones que han hecho del planeta y de los pueblos del mundo, su campo de experimentación. La Modernidad se basa en la injusticia y en la irracionalidad, en donde un puñado de seres humanos posee casi toda la riqueza planetaria y una gran mayoría de seres humanos sobreviven en la miseria. En donde una quinta parte de los habitantes del planeta viven en la opulencia y el despilfarro, y cuatro quintas partes carecen de lo mínimo necesario. Y paradójicamente esa quinta parte de humanos, viven “individualizados” en la desolación y en el vacío.
Los seres humanos estamos solos y desprotegidos. La Modernidad representada por “Los Mercaderes”, se ha apropiado de los gobiernos de los países poderosos y en general, de todos los gobiernos del mundo. La Modernidad y los Mercaderes a través del dinero y sus poderosas presiones, hace que los gobiernos y los políticos hagan lo que conviene a sus intereses. El interés privado esta por encisma del interés público y el bien común de la humanidad.
De esta manera, los seres humanos atrapados en la Modernidad, luchan por sobre vivir en un ambiente hostil y agresivo. Ya no tienen en sus manos la posibilidad de trabajar, por ellos mismos, para lograr el sustento. Los Mercaderes y la Modernidad, les han quitado el trabajo y ahora ellos son los únicos que pueden, gracias a sus capitales y tecnologías, crear las “fuentes de empleo”.
Los Mercaderes y la Modernidad a través de la tecnología no han suplantado la mano de obra, solo la han hecho prescindible. Le han expropiado al trabajador los conocimientos y lo han convertido en una máquina humana, barata y reemplazable. Es más que ostensible que, para los mercaderes y el Mercado, el generar pobreza es un buen negocio.
Los Mercaderes y la Modernidad han hecho de los seres humanos, zombis sin pensamientos, sentimientos, ideales, creencias y convicciones. La vida del ser humano y su familia “moderna” es por tanto, vacía y desolada. No tiene la fortaleza de una visión sagrada del mundo y de la divinidad de la vida. No existe para ellos una conciencia superior, una realidad ulterior. Solo tienen el “aquí y el ahora”. Entendiendo por esto: el desempleo, la miseria, la desolación y el vacío: en síntesis, la frustración.
Por el contrario. El ser humano: “tradicional y primitivo”, tiene todo…porque no tiene nada. Posee la fuerza del Espíritu y la certeza milenaria de que la trascendencia de la vida material se encuentra en el plano del desarrollo espiritual.
Los pueblos primitivos que viven en el Espíritu, nada les pueden quitar. Saben que nada del mundo material les pertenece y que nada se pueden llevar, que la vida es muy corta y que no se pueden aferrar a nada. Absolutamente a nada material. Por el contrario, las sociedades “Modernas” viven atrapadas en el mundo material y de ahí deviene su miseria y con ello se entiende la desolación y el vacío en el que viven.
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