sábado, 16 de mayo de 2009

DE TODOS COLORES Y SABORES


Por: MANUEL ANTONIO GUTIERREZ AMEZCUA
ASI – GUADALAJARA



Se acercan elecciones en las que renovaremos cámaras de diputados federales y locales y ayuntamientos y esto nos debe llevar a reflexionar sobre muchos temas importantes, entre los cuales se encuentran los partidos políticos, los candidatos a cualquier puesto de elección popular, el apoyo económico que reciben por parte de la federación (y por lo tanto, de los contribuyentes), las campañas en busca del voto.



Algunos partidos políticos en México, mas bien parecen cotos de poder para que más de alguien se beneficie económicamente con los recursos que aporta el estado a las campañas y candidatos y no buscar realmente el beneficio de la nación y del pueblo. En cada temporada de elecciones aparecen nuevos partidos políticos, buscando polarizar la visión popular, crear nuevas corrientes de opinión y aprovecharse de los apoyos económicos que la federación aporta.



Pocos partidos políticos han soportado el paso del tiempo y se han convertido en pilares de nuestro sistema político, aunque no nos guste eso. Muchos partidos han surgido desde el final de la revolución mexicana en 1921 y en estos 88 años hemos visto partidos de todos los colores imaginables con ideologías y plataformas políticas que van desde lo aberrable hasta lo realmente importante. Otros partidos han surgido a la sombra de otros, cuando estos han dejado de vivir, pero sus dirigentes quieren seguir mamando del erario público.



La actividad política en mésico esta tan devaluada que ser político en México es sinónimo de corrupción, de ineptitud, de ineficacia, de influyentismo y aunque en algunos casos no estamos equivocados en estos razonamientos, esto no se aplica a todos los que ocupan puestos de elección popular, ya que también hay quienes en verdad se dedican a servir a la patria y a sus semejantes.



Muchos vivales entran a la política con el afán de enriquecerse rápidamente, sin servir a la patria por medio de quienes los eligieron en sufragio efectivo y otros buscan eternizarse en esos puestos aprovechando las lagunas jurídicas que tiene la ley electoral. Ciertamente, todos tenemos derecho a votar y ser votados, pero no hay que insultar la inteligencia del pueblo. Muchos partidos y candidatos ofrecen toda clase de espejitos con tal de ganar la simpatía de los votantes y si el voto les favorece, la gran mayoría ni siquiera se vuelven a parar a los lugares en los que estuvieron en campaña y otros se sienten divinizados, intocables, de sangre azul, perfectos, pedantes.



El apoyo económico que la federación aporta a los candidatos y campañas políticas es realmente una aberración, ya que mientras hay mucha gente que se muere de hambre, hay pocos vivales de la política que se aprovechan de esos recursos para enriquecerse sin desquitar lo que reciben. hemos visto por los medios masivos de comunicación como los diputados federales en San Lázaro han preferido solapar las tranzas de sus propios militantes que ponerse a trabajar en mejorar las leyes, reglamentos, códigos que son impuestas a todos los mexicanos, como es el caso de la ley del IETU, impuesto (digámoslo con sus verdaderos adjetivos) que es una puñalada y demora a la economía del país, y que solo esta destinado a tapar y resarcir los despilfarros que las actuales autoridades federales han cometido y adivinen quienes pagan esos despilfarros. Exactamente. Le atinaste.



El apoyo económico que la federación otorga a los partidos políticos, viene directamente de los impuestos que los contribuyentes pagan y que muchas veces nunca se aprovechan en lo que fueron destinados y acaban en las cuentas bancarias de muchos vivales y mercenarios de la política.



Que casualidad que pasando las respectivas elecciones, muchos partidos políticos desaparecen junto con el dinero que la federación les dio para sus campañas y que terminaron en mas de una cuenta bancaria particular, no en suiza, aquí mismo en el país.


En las pasadas elecciones del 2006, vimos como las campañas políticas degeneraron en enlodar, aniquilar, aplastar al rival más que en proponer ideas, planes de trabajo, soluciones a los problemas del país. Las campañas de desprestigio degeneraron en ataques personales contra quienes eran tenían fuertes posibilidades de ganar puestos de elección popular o quienes tenían un fuerte prestigio personal. Lo más importante era desprestigiar al rival.


Con tristeza vemos como las actuales campañas electorales mas bien sirven para que candidatos con ansias y complejos de vedette muestren mas su porte que su talento, y otros candidatos (y candidatas) están mas interesados (e interesadas) en mostrar planchaditos trajes sastre (y maquillajes) que mostrar a los futuros votantes sus planes de trabajo, sus plataformas políticas, sus ideologías.


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