TOMADO DE LA REVISTA SINARKIA
Recientemente el periodista Jorge Fernández Menéndez realizó un prolijo trabajo de investigación, publicado para el rotativo capitalino Excelsior, titulado ¿De que vive López Obrador?, donde se plantean una serie de cuestionamientos muy interesantes con respecto al patrimonio del controvertido ex candidato del Partido de la Revolución Democrática a la primera magistratura de nuestro país.
El autor se pregunta como es posible que el político oriundo de Macuspana contabilice en su haber la existencia de un rancho en el municipio tabasqueño previamente aludido, un condominio horizontal de lujo ubicado en Villahermosa y una mansión situada en Bosques de las Lomas, en la exclusiva sección denominada La Toscana, que incluye alberca, jardines, cancha de tenis y está decorada con lujoso mobiliario estilo minimalista, amén de haber adquirido para su nueva esposa (venezolana por cierto, lo que confirma la exquisitez de sus gustos.
¿Porqué no desposó alguna integrante de las etnias que tan acaloradamente dice defender? Lo anterior demuestra que la injerencia chavista en el partido del sol azteca que otrora acaudilló era solo un infundio) y su parentela tres casas en el exclusivo fraccionamiento Bosques de la Angelópolis, cada una valuada en cuatro millones de pesos, mismos que fueron pagados de contado en todos los casos, sin omitir mencionar que sus padres políticos son propietarios del restaurante Bakalar ubicado en la 29 sur número 3512 de la capital poblana y que fue recientemente objeto de costosa remodelación.
De igual modo, no es posible pasar por alto que para desplazarse en sus periplos ya no utiliza el famoso tsuru blanco sino lujosas camionetas, que sus hijos estudiaron en buenas escuelas (¿no que partidario de la honrada medianía que proporciona la retribución?, ¿Qué no es buena la educación pública?) y al menos uno de ellos en el extranjero (¿no que nacionalista a ultranza?) y que trabaja para la procuraduría de justicia capitalina (a él si le hizo justicia la revolución), todo ello independientemente de que uno de sus cuñados que hasta no hace mucho no tenía ni un petate donde caerse muerto, en la actualidad es un millonario proveedor de equipo de cómputo para los gobiernos del Distrito Federal, Zacatecas y Michoacán (cabe destacar la coincidencia de actitudes con Juárez, el ídolo del tabasqueño que igualmente otorgó provechosos empleos en sector público a su parentela política e hijos).
Mencionamos esto, porque las cuentas no ajustan si tomamos en consideración que como presidente legítimo (¿?) se arrogó un sueldo de sesenta mil pesos mensuales, misma remuneración que devengaba cuando fungía como jefe de gobierno capitalino y aun estimando una remuneración análoga cuando fue presidente del sol azteca, la verdad es que no es posible explicarse esta versión moderna de la multiplicación de los panes y los peces, máxime que López Obrador es un hombre que siempre había desempeñado cargos de segunda importancia en su estado natal y al que no se le conocen luces suficientes para impartir conferencias, a sabiendas del menguado éxito de su obra editorial referente al proyecto alternativo de nación, no proporciona asesorías a ninguna entidad conocida, no integra la plantilla docente de ninguna escuela o universidad pública o privada (sus méritos académicos son en extremo cuestionables), no fue legislador, no posee ninguna empresa, ni escribe para ninguna publicación académica, cultural, política o periodística.
Aun suponiendo una frugalidad espartana para ahorrar, es obligado preguntarse como pudo allegarse bienes semejantes. Igualmente trascendente es cuestionarse si paga impuestos por todas sus posesiones y el monto que sus contribuciones al fisco importan. Su quehacer como presidente legítimo si bien establece una retribución por sus labores (¿?) no puntualiza con claridad meridiana su estado patrimonial antes, durante y después de su autonombramiento.
El político de la chontalpa es uno más de los modelos de los que cantan loas a la morigeración y la modestia y hacen todo lo contrario. Es uno más de los casos de funcionarios ricos para una población depauperada. Tampoco ha aclarado el señor López el importe y la cuantía, así como el origen y nacionalidad de los donativos recibidos para financiar su movimiento. ¿Cómo podrá saber la ciudadanía (de perdida sus cada vez mas escasos seguidores), que los recursos fueron correctamente aplicados?
Andrés Manuel López Obrador nos debe muchas explicaciones a los mexicanos. Cada vez que arremeta contra los ricos, contra los poseedores del gran capital, cabría recordarle que alinea en ese equipo, por más que se esfuerce en hacernos creer en la sencillez de su modo de vida. Esos incorruptibles son quienes suelen darnos los más escandalosos ejemplos de corrupción y envilecimiento. Ojalá no falle la memoria al pueblo a la hora de elegir. Estaríamos peor con López Obrador, ni duda cabe.
Recientemente el periodista Jorge Fernández Menéndez realizó un prolijo trabajo de investigación, publicado para el rotativo capitalino Excelsior, titulado ¿De que vive López Obrador?, donde se plantean una serie de cuestionamientos muy interesantes con respecto al patrimonio del controvertido ex candidato del Partido de la Revolución Democrática a la primera magistratura de nuestro país.
El autor se pregunta como es posible que el político oriundo de Macuspana contabilice en su haber la existencia de un rancho en el municipio tabasqueño previamente aludido, un condominio horizontal de lujo ubicado en Villahermosa y una mansión situada en Bosques de las Lomas, en la exclusiva sección denominada La Toscana, que incluye alberca, jardines, cancha de tenis y está decorada con lujoso mobiliario estilo minimalista, amén de haber adquirido para su nueva esposa (venezolana por cierto, lo que confirma la exquisitez de sus gustos.
¿Porqué no desposó alguna integrante de las etnias que tan acaloradamente dice defender? Lo anterior demuestra que la injerencia chavista en el partido del sol azteca que otrora acaudilló era solo un infundio) y su parentela tres casas en el exclusivo fraccionamiento Bosques de la Angelópolis, cada una valuada en cuatro millones de pesos, mismos que fueron pagados de contado en todos los casos, sin omitir mencionar que sus padres políticos son propietarios del restaurante Bakalar ubicado en la 29 sur número 3512 de la capital poblana y que fue recientemente objeto de costosa remodelación.
De igual modo, no es posible pasar por alto que para desplazarse en sus periplos ya no utiliza el famoso tsuru blanco sino lujosas camionetas, que sus hijos estudiaron en buenas escuelas (¿no que partidario de la honrada medianía que proporciona la retribución?, ¿Qué no es buena la educación pública?) y al menos uno de ellos en el extranjero (¿no que nacionalista a ultranza?) y que trabaja para la procuraduría de justicia capitalina (a él si le hizo justicia la revolución), todo ello independientemente de que uno de sus cuñados que hasta no hace mucho no tenía ni un petate donde caerse muerto, en la actualidad es un millonario proveedor de equipo de cómputo para los gobiernos del Distrito Federal, Zacatecas y Michoacán (cabe destacar la coincidencia de actitudes con Juárez, el ídolo del tabasqueño que igualmente otorgó provechosos empleos en sector público a su parentela política e hijos).
Mencionamos esto, porque las cuentas no ajustan si tomamos en consideración que como presidente legítimo (¿?) se arrogó un sueldo de sesenta mil pesos mensuales, misma remuneración que devengaba cuando fungía como jefe de gobierno capitalino y aun estimando una remuneración análoga cuando fue presidente del sol azteca, la verdad es que no es posible explicarse esta versión moderna de la multiplicación de los panes y los peces, máxime que López Obrador es un hombre que siempre había desempeñado cargos de segunda importancia en su estado natal y al que no se le conocen luces suficientes para impartir conferencias, a sabiendas del menguado éxito de su obra editorial referente al proyecto alternativo de nación, no proporciona asesorías a ninguna entidad conocida, no integra la plantilla docente de ninguna escuela o universidad pública o privada (sus méritos académicos son en extremo cuestionables), no fue legislador, no posee ninguna empresa, ni escribe para ninguna publicación académica, cultural, política o periodística.
Aun suponiendo una frugalidad espartana para ahorrar, es obligado preguntarse como pudo allegarse bienes semejantes. Igualmente trascendente es cuestionarse si paga impuestos por todas sus posesiones y el monto que sus contribuciones al fisco importan. Su quehacer como presidente legítimo si bien establece una retribución por sus labores (¿?) no puntualiza con claridad meridiana su estado patrimonial antes, durante y después de su autonombramiento.
El político de la chontalpa es uno más de los modelos de los que cantan loas a la morigeración y la modestia y hacen todo lo contrario. Es uno más de los casos de funcionarios ricos para una población depauperada. Tampoco ha aclarado el señor López el importe y la cuantía, así como el origen y nacionalidad de los donativos recibidos para financiar su movimiento. ¿Cómo podrá saber la ciudadanía (de perdida sus cada vez mas escasos seguidores), que los recursos fueron correctamente aplicados?
Andrés Manuel López Obrador nos debe muchas explicaciones a los mexicanos. Cada vez que arremeta contra los ricos, contra los poseedores del gran capital, cabría recordarle que alinea en ese equipo, por más que se esfuerce en hacernos creer en la sencillez de su modo de vida. Esos incorruptibles son quienes suelen darnos los más escandalosos ejemplos de corrupción y envilecimiento. Ojalá no falle la memoria al pueblo a la hora de elegir. Estaríamos peor con López Obrador, ni duda cabe.
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