miércoles, 22 de octubre de 2008

TRABAJADORES EXPLOTADOS


Por: Rodolfo Duran Rodríguez
Orlando Duran Alemán.
CENTRO CULTURAL SINARKALLI-JALISCO


Una fabrica mal ventilada, donde el calor es agobiante y los trabajadores están hacinados. Está situada en los suburbios de una ciudad al occidente de México. Cantidad de jovencitas trabajan durante 60 horas semanales (la ley habla de 48 hrs.), entre los artículos que producen están las pijamas de Disney, que se venden como panes calientes en Estados Unidos. El total de los costos laborales implicando en la producción de cada articulo es de apenas 7 centavos. Mas de la mitad de las fabricas de ensamblado, similares a ésta y que producen para la exportación, pagan menos del salario mínimo legal.

En países como Pakistán , mas de 300 trabajadores, la mitad menores de 13 años, cortan, pegan y cosen mocasines que serán exportados a Italia. Los niños sacan el pegamento directamente de grandes latas abiertas utilizando sus dedos como pinceles. Normalmente trabajan doce horas por día por las que se les paga menos del mínimo. Están tan atontados por inhalar las emanaciones del pegamento que probablemente tienen poca idea de lo que ganan. Los zapatos terminados se venden muy caros. En la etiqueta se olvida de la contribución pakistaní para decir descaradamente “Diseñado y hecho a mano en Italia”. Y así muchos países e incluso en nuestra patria nos engañan con este tipo de productos, e incuso se fabrican en México para estados unidos y regresan exportados de allá con un precio elevado, siendo que en México los fabricaron, pero en USA los etiquetan y nos hacen creer que son de allá y nos dejamos apantallar.

Un frió y oscuro cobertizo donde se tejen alfombras en la India. Es un sobrio escenario para la gran cantidad de niños que allí trabajan y ya por la noche. Los únicos adultos presentes en el lugar son dos supervisores. La jornada de trabajo comienza al amanecer. Catorce horas más tarde, el trabajo continúa sin haber parado, ni siquiera mientras los menores ingieren una comida liviana. Bajo la dirección de los supervisores, los niños cantan. El canto mantiene el ritmo del trabajo. Vistos con el fondo de las alfombras casi terminadas que cuelgan enormes bastidores, parecen esclavos de galeras.

Ninguna de estas situaciones de la vida real, sale de lo común en la industria textil, vestido, calzado y cuero. En realidad, en algunos países las condiciones son tan malas que los trabajadores pueden incluso considerar que éstas son tolerables. Actualmente en el mundo la competencia es implacable y los grandes promotores de ventas y minoristas hacen rivalizar entre si a los proveedores y países. Como resultado, se produce una espiral descendiente de salarios, empeoran las condiciones de trabajo y la seguridad de empleo pasa a ser prácticamente inexistente. Debido a que la industria continua trasladándose a zonas con desempleos muy elevados, la gente se saca los empleos de las manos sin importarles las condiciones de trabajo. Pero al poco tiempo –y no es de sorprender-, los trabajadores se cansan de la explotación constante. Desean tener voz y empiezan a organizarse. Los insensibles patrones de la industria saben que una mano de obra sindicada no aceptara que violen las reglamentaciones saláriales, que no se apliquen las normas de seguridad e higiene ni que se emplee a niños. Los intentos de organización de sindicatos se consideran casi una declaración de guerra. Hoy en día en muchos países exportadores, tan siquiera pensar en un sindicato es causa de despido.

La proliferación de zonas libres de exportación- la mayoría incluye la confecciones de ropa-, ha sido un gran estimulo para la explotación. La mayor parte de las zonas están exentas de la legislación laboral. En muchas de ellas las cosas no van hoy más a los trabajadores por día, semana o mes. Los salarios son en general miserables. Las jornadas laborales pueden ser de doce horas o más, dependiendo de los pedidos.

Las empresas multinacionales han desempeñado desde hace un tiempo un papel clave en el sector. Las multinacionales nunca fueron populares, pero la nueva generación hace sus predecesores parezcan angelitos. Son los amos de la explotación, sin interés alguno en los países en los que operan, no respetan a las personas que trabajan para ellos y hacen caso omiso total de la legislación y reglamentación laboral. Incluso en Estados Unidos hay empresas que retienen a los trabajadores como verdaderos prisioneros en los locales de la fabrica y se burlan de las autoridades.

Los sindicatos, desgastados por decenios de ataques constantes, están pasando ahora a la ofensiva. Están volviendo a sus raíces y abandonando muchos de los enfoques fallidos de los años pasados. Reconocen que la organización es la clave para sacar de raíz la explotación y que un puñado de miembros no es suficiente para darles legitimidad o para contribuir a mejorar las condiciones de trabajo. Los miembros son ahora la cuestión clave de los sindicatos a nivel nacional e internacional.

Al reconocer que la industria y sus principales protagonistas son ahora mundiales; los sindicatos consideran esencial adoptar un enfoque mundial para la sindicación. Aplicando esta estrategia, en 1996 se obtuvo el primer reconocimiento de un sindicato en una zona libre de Republica Dominicana, después de años de esfuerzo de sindicación. A esto siguieron rápidamente convenios colectivos aunque para ellos hicieron falta algunas huelgas. El mismo enfoque se utilizará muy pronto en industrias de confección de ropa de rápida expansión. Como están las cosas por el momento no solamente sufren los trabajadores sino también la economía del país productor y, a la larga, también se explota al consumidor.

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