Por: FRANCISCO GÓMEZ MAZA
El Góber Precioso ahora es declaradamente Góber tramposo. Tras agitar una banderita, reportan las crónicas periodísticas en medios de Estados Unidos, Mario Marín, el de la botellita de coñac, ordenó la salida de un convoy para llevar a los municipios "libros fantasmas". En un acto oficial, se anunció la distribución de 12 millones de libros de texto gratuitos para estudiantes poblanos, pero los camiones que los trasladarían iban vacíos. ¡Hágame usted el favor!
No obstante que no iban los libros, el amigo y compadre de los pederastas poblanos se atrevió a proclamar que enviaba material que serviría a los alumnos para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Incluso, sostuvo que apoya la educación para contribuir al desarrollo de las comunidades más lejanas. ¡Órale! Es como cuando los gobernantes inauguraban la instalación de tuberías de agua en los pueblos, que estaban conectadas a un balde escondido detrás del mojón donde estaba instalado el grifo. Qué país, amigos. De caricatura, como dice mi amigo y colega Javier Álvarez.
El Góber Precioso ahora es declaradamente Góber tramposo. Tras agitar una banderita, reportan las crónicas periodísticas en medios de Estados Unidos, Mario Marín, el de la botellita de coñac, ordenó la salida de un convoy para llevar a los municipios "libros fantasmas". En un acto oficial, se anunció la distribución de 12 millones de libros de texto gratuitos para estudiantes poblanos, pero los camiones que los trasladarían iban vacíos. ¡Hágame usted el favor!
No obstante que no iban los libros, el amigo y compadre de los pederastas poblanos se atrevió a proclamar que enviaba material que serviría a los alumnos para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Incluso, sostuvo que apoya la educación para contribuir al desarrollo de las comunidades más lejanas. ¡Órale! Es como cuando los gobernantes inauguraban la instalación de tuberías de agua en los pueblos, que estaban conectadas a un balde escondido detrás del mojón donde estaba instalado el grifo. Qué país, amigos. De caricatura, como dice mi amigo y colega Javier Álvarez.
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