sábado, 17 de julio de 2010

LA IZQUIERDA Y LA DERECHA


Por: Guillermo Marin
ASI-OAXACA

Es más que evidente que “esta humanidad”, esta viviendo los peores momentos de su historia de apenas diez mil años. Varios son los factores que propician esta crisis humana recurrente 1, entre los más importantes podríamos señalar: la subordinación del Estado al Mercado, la deshumanización, la pérdida del sentido sagrado del mundo y la vida, la voracidad y la acumulación de la riqueza material, la destrucción y contaminación del medio ambiente, la globalización y el desarrollo de las comunicaciones, el desarrollo científico y tecnológico sin sabiduría y ética en detrimento de la espiritualidad, entre otros.

Pero existe un factor determinante que posibilitó y alentó esta catástrofe planetaria.
La toma del poder de los mercaderes/burguesía, que inició en 1776 con la creación del primer país del mundo. En efecto, hasta ese año, todas las formas de organización en el mundo, fueran reinos, imperios, federaciones, etc., obedecían a largos proyectos sociales milenarios o centenarios, de carácter autónomo, generacional y en muchos casos anónimo. Cada pueblo a través de los siglos fue ideando una mejor forma de organizarse, en base a su cultura, su medio ambiente, su religión y su idiosincrasia.

Pero en 1776 los dueños del dinero, los mercaderes, iniciaron la construcción de un “nuevo mundo”, un nuevo acuerdo o contrato social, en el que, en principio, “todos fueran iguales” y no tuvieran ninguna restricción para desarrollar impunemente sus “iniciativas privadas” para comerciar y acumular dinero. Que las “diferencias sociales” no se dieran por los linajes, las responsabilidades comunitarias o los sacrificios por el bien común, la preparación y exaltación de la nobleza humana, sino por la capacidad de mercar y atesorar. Que la responsabilidad de gobernar y administrar, en teoría, se diera a partir de que los ciudadanos eligieran “libremente” a quienes debían gobernar.


Una nueva sociedad sin límites, en la que el interés individual estuviera por encima del interés común y que el límite individual fuera su propia capacidad de mercar. En la que no hubiera restricciones de carácter moral, social, legal o religioso. En el que las leyes, las autoridades y las instituciones fueran creación de “los ciudadanos” (más distinguidos y ricos) y que se acabaran los linajes de gobierno, la monarquía, y sobre todo la nobleza 2. Que el gobierno, la sociedad y la naturaleza, estuvieran al servicio de los mercaderes y como único fin fuera la creación y atesoramiento de la riqueza material para la comodidad, el lujo y el placer.

Para ello, los mercaderes a finales del siglo XVIII, alentaron el nacimiento de los filósofos del nuevo orden mundial, la política y los partidos políticos, el gobierno del pueblo y para el pueblo que estuviera al servicio de los intereses de los mercaderes 3. Una nueva visión del mundo, la vida y la divinidad se gestó en la Europa bárbara del Norte. Los guerreros pusieron la fuerza bruta y las armas, y los mercaderes venidos del Medio Oriente, las ideas mercantiles y materialistas.


El primer gran enclave de los mercaderes se estableció en Florencia, pero luego pasó a Londres y ahora está en Wall Street. El poder económico mundial sionista y el poder militar anglosajón, han sido los instrumentos del cambio al “nuevo orden mundial” del imperio del “Becerro de Oro”. Desde Napoleón Bonaparte hasta David Petraeus 4, los ejércitos al servicio de los intereses económicos y políticos de los mercaderes han derrocado gobiernos tradicionales o constitucionales no manipulables, para imponer “la democracia” y con ello el libre mercado.


El inicio del nuevo orden mundial, se concibe con el nacimiento de Estados Unidos como una acción concertada de un poderoso y reducido grupo económico, y no como una expresión popular nacida en el seno de un proyecto de desarrollo humano ancestral. Se empieza a “exportar” las repúblicas y las democracias, por medo del financiamiento global de los mercaderes a través del derrocamiento de las antiguas y tradicionales formas de gobierno e imponen por la fuerza, la “libertad ilimitada del Mercado”, la democracia partidaria y la modernidad.


La famosa “Revolución francesa”, es más un mito del Mercado, que una expresión popular en la búsqueda de una nueva forma de gobernar para beneficiar al pueblo. En efecto, la burguesía o mejor dicho, los intereses de los mercaderes globales, financiaron un golpe de Estado a la Corona Francesa. Los mercaderes prepararon el descontento popular al “cerrar las compuertas de la economía de Francia” y financiaron con el populacho y los recién nacidos “intelectuales y políticos”, la “primera revolución burguesa” de la historia.

Fue tanta la torpeza, el encono y protagonismo de “los revolucionarios intelectuales” que estuvo a punto de perderse la Revolución Francesa. Debido a que los políticos en la Asamblea Nacional se la pasaban en permanentes pugnas. Los aprendices de políticos demostraron desde el principio que la “democracia” es poner a pelear a unos contra otros para debilitar a la sociedad y fortalecer el capital, por lo que la primera “intervención” de los políticos terminó en un baño de sangre en la guillotina, que los devoró a ellos mismos. Por la incapacidad de los políticos, el pueblo decidió volver al “viejo orden” monárquico y fue Napoleón Bonaparte, el que a cañonazos doblegó la voluntad popular y salvó la república de los mercaderes.


El nacimiento de esta nueva forma de gobernar, a través de la democracia impuesta por los mercaderes, no es producto de un proceso social, de la voluntad de un pueblo por construir una mejor forma de vivir o la búsqueda de una mejor forma de gobernar. No, por el contrario, fue y sigue siendo, el interés de los dueños del dinero, locales y globales, que buscan la implantación de una forma de organización social que se ajuste mejor a sus intereses. A principios del Siglo XIX crearon los países, a finales del Siglo XX crearon los bloques económicos y su objetivo es la implantación de un Estado global.

De modo que la “política” en las sociedades “modernas” regidas bajo los intereses de los mercaderes, tiene como estructura “deseada” un sistema bipartidista. Demócratas y republicanos, republicanos y conservadores, liberales y conservadores, laboristas y conservadores, priísitas y panistas, etc. Pero este concepto surge en la primera Asamblea Nacional en la Revolución francesa. En efecto, el “nuevo orden” estaba representado en dos posiciones, aparentemente opuestas, pero que las dos tenían el mismo fin. Cambiar el sistema ancestral en el que los mercaderes no tenían poder, y matizar el cambio con “dos corrientes aparentemente opuestas”. La imposición del totalitarismo fundamentalista del Mercado.


La izquierda y la derecha, son las dos puntas de la misma soga con la que se ahorca al pueblo. La izquierda y la derecha, a final de cuentas surgen como propuesta de los propios mercaderes y son las encargadas de restringir, en la práctica, los derechos y las oportunidades de los pueblos y las personas a favor de privilegiar los intereses de los mercaderes y del Mercado.

En la Asamblea Nacional, en el París revolucionario, Robespierre se sentaba al lado izquierdo y representaba los cambios totales en la sociedad. Fouché se sentaba al lado derecho y representaba los cambios con moderación. Pero ambos, trataban de “construir” un nuevo acuerdo social que beneficiara a los mercaderes y al Mercado. Los intereses del pueblo nuca han en verdad interesado a los mercaderes, y el Mercado, no tiene ninguna responsabilidad social o histórica con los pueblos. “Business are business”.


No fue el caso de los reyes, emperadores, zares, tlatuanis, sultanes, etc., que por miles de años, siempre tuvieron como primera responsabilidad el bienestar de sus pueblos. En algunos casos lo hicieron con acierto ejemplar y en otros con lamentables fracasos, pero el “bien común”, el desarrollo y la trascendencia espiritual de los pueblos, estaba, “en principio”, por encima del interés privado.

De modo que la lucha política está viciada desde su génesis, pues no tienen como objetivo real, el bienestar y desarrollo del pueblo. Usa un discurso saturado de mentiras (demagogia), porque necesitan del voto del pueblo para cumplir con la defensa de los intereses de los dueños del dinero, quienes los escogieron y financiaron. El político, independientemente que sea de derecha o de izquierda, le promete al pueblo trabajar por él, pero en la práctica, atiende en primera instancia los intereses de los mercaderes. De modo que el concepto de “la izquierda revolucionaria” es bastante demagógico. Los que están en la izquierda siempre le han hecho juego al sistema de los mercaderes .





para el caso particular del México de nuestros días, la diferencia entre la izquierda y la derecha es que; mientras la segunda es congruente y la unen los intereses económicos, a la izquierda la desunen históricamente los protagonismos y la corrupción 6. En efecto, como dice el viejo refrán, los de la izquierda, “patean al compañero de alado, alzan el puño izquierdo…pero cobran con la derecha”, y como lo demuestra la historia, son capaces de matarse por treinta monedas de plata.

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