martes, 14 de octubre de 2008

ENTRE LA VERDAD Y LA FANTASIA


Por. Antonio Mota

En estos días resulta verdaderamente difícil distinguir entre la verdad y la fantasía, la línea que divide la vida ordinaria de los guiones de telenovelas se vuelve difusa, poco clara, y en estas situaciones es muy natural que uno termine confundido. Resulta que en la cárcel, los criminales no lo son tanto, y en la calle los defensores del orden son capaces de conjurar hasta a los huesos de sus padres para inculpar a los inocentes. De pronto no sabemos si los militares se convierten en narcos o los narcos se dan de alta en el ejercito. Y por si fuera poco; en los Estados, a algunos procuradores ineptos se les “castiga” con una diputación y a algunos secretarios del gobierno se les penaliza con una senaduría.

Cuídate lector, que si eres trabajador honesto y responsable lo mas seguro es que termines en las Islas Marías.

Mientras aclaro mis ideas y trato de poner cada cosa en su lugar, quiero platicarles una historia que me relato un viajero, como un ejemplo de los secesos notables que solían ocurrir en su país.

Existió hace mucho tiempo me dijo el extranjero una familia muy numerosa, agobiada por múltiples problemas económicos, el padre hacia mas de dos años que los había abandonado de imprevisto, así que uno de los hermanos mayores tuvo que hacerse cargo de los demás; de bolero en las calles de la ciudad paso a convertirse en el administrador del maltratado patrimonio familiar.

Muy pronto las nuevas preocupaciones y desvelos terminaron por trasformar a nuestro personaje; su cabello encaneció y le broto una incipiente joroba, se volvió retraído y huraño. Pero a pesar de todo eso no olvidaba su viejo oficio, y de vez en cuando se vecino, que era el hombre mas rico del barrio, llegaba a la humilde casa, entonces el sacaba su viejo cajón de madera y con una gran sonrisa en el rostro procedía a limpiar y abrillantar el calzado del ilustre visitante. Una vez terminada la operación el distinguido personaje premiaba al diligente lustra botas con un par de palmaditas en la espalda.

¡Bien echo! Le decía con una sonrisa de satisfacción. Pasa mañana por la casa, te puedo prestar unos centavos.

Era ese un suceso en verdad extraño, pero eso no era todo, lo mas extraordinario era que el acaudalado vecino al llegar a su casa tenia que arremangarse los pantalones mientras sus zapatos recién lustrados se hundían en el inmundo lodazal en que siempre estaba convertido su jardín.

Este es el fin de la historia, desconozco si tiene un mensaje oculto como ocurre con otros relatos, a quien me lo contó nunca lo he vuelto a ver, pero espero que algún día me saque de mi duda, si esto ocurre, ustedes serán los primeros en saberlo, pero mientras esto ocurre, LA AGENCIA SINARQUISTA DE INFORMACIÓN reitera su invitación para que dirijan sus comentarios o sugerencias al correo electrónico del Director de la ASI: asi.uns@gmail.com

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