jueves, 5 de febrero de 2015

YO SOY CLEOPATRA



Por: Rosaura Barahona


COLUMNA INVITADA




Perdón por el lenguaje, pero hoy no puedo ser delicada.



En México, "mentarse la madre" es algo cultural y complejo. Hay mentadas que son ofensivas y pueden provocar conflicto entre quien insulta y quien es insultado, pero también hay mentadas afectuosas que no tienen intención de dañar, sino de jugar.


¿Le parece extraño? Lo es, pero los mexicanos tendemos a manejar las cosas para disfrutarlas más y distinguimos muy bien entre un tipo de mentada y otro.


Por eso hay de mentadas a mentadas y la que nos acaban de recetar a los mexicanos al declarar a Raúl Salinas de Gortari inocente de todos sus delitos y robos descarados es una que cumple con todas las de la no-ley.


Si Raúl Salinas de Gortari es inocente, yo soy Cleopatra.


Raúl Salinas fue acusado en 1995 de ser el autor intelectual del homicidio de José Francisco Ruiz Massieu -por el que fue absuelto 10 años después- y de los delitos de peculado, lavado de dinero, defraudación fiscal y enriquecimiento ilícito por 224 millones de pesos.


Salinas compró 49 bienes inmuebles en el Distrito Federal, Edomex, Guerrero, Morelos, Nuevo León y otras entidades con recursos que no podían justificarse con sus ingresos como funcionario público.


¡Bien por nuestro sistema de justicia que nunca puede probar nada, a menos que se trate de fregar a los pobres o a los funcionarios y empresarios que se alíen contra ese sistema!


Millones de nosotros escuchamos la conversación telefónica, televisada, entre Raúl y su hermana Adriana en la que Raúl, entonces encarcelado, decía que Carlos, su hermano Presidente, estaba perfectamente enterado de la cantidad de pasaportes con identidades falsas que el propio Raúl usaba para sacar dinero de México a sus cuentas del extranjero.


Por eso este tipo de mentadas de madre, de las cuales los mexicanos hemos recibido muchas a lo largo de nuestra historia, nos desinflan el alma.


Tenemos, por desgracia, muchos ejemplos más, pero tomaré sólo uno: Carlos Romero Deschamps.


Al señor se le ha grabado jugando y apostando fortunas en Las Vegas, hemos visto sus insultantes relojes de lujo y las fotos de su hijita volando en un avión particular de lujo (pagado por nosotros), con sus perros de lujo, con bolsas de lujo y hacia destinos de lujo.


¿Y? Nada. Nadie le pide rendir cuentas; bueno, sí, muchos se lo pedimos, pero le vale sorbete porque el sistema y los Presidentes que le han tocado aprueban su conducta.


Raúl y Romero Deschamps son ejemplos de cómo el mágico manto de la impunidad cubre a algunos personajes famosos y los vuelve invulnerables, les protege su talón de Aquiles y los blinda a tal grado que ni la kriptonita los puede debilitar.


Los Salinas, educados por su padre para ser políticos y hacer negocios de los que sí valen la pena, son inteligentes, agradables, preparados, hábiles y saben cultivar las relaciones necesarias para establecer fuentes de riquezas complejísimas y seguras.


Todos se han enriquecido cuanto y como han querido, pero nadie les hará nada. Por eso la decisión del Tercer Tribunal Unitario Penal del Distrito Federal, que lleva un mes sin titular, exoneró a este esforzado trabajador que ahorró 224 millones de pesos a base de trabajo arduo y honesto.


Esta decisión reconfirma la relación entre Salinas de Gortari y el actual pseudogobierno, incapaz de gobernar.


Junto con esta alentadora noticia, recibimos otra: el Sistema Nacional Anticorrupción no fue aprobado en la Cámara de Diputados porque los priistas se negaron a dar más facultades a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) para trabajar a tiempo real.


En mal momento nos embarran la inocencia de Raúl Salinas en la cara y el rechazo de la propuesta anticorrupción.


Tenemos un Presidente confundido: cree que su función es dar discursos vacíos, en vez de enfrentar una crisis gubernamental que jamás imaginó y cuyo manejo requiere de un estadista, no de un político hechizo por un grupo de poder y una televisora.


Hay muchos Raúles más. Ojalá la verdadera justicia se aplicara a alguno para mostrar que las cosas pueden cambiar.

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